"Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea e intercambiamos ideas, entonces ambos tendremos dos ideas."
George Bernard Shaw

viernes, 11 de enero de 2008

Sombra

Apenas comenzaba a caminar, pero, a diferencia de otros niños y niñas de su edad, no se asustó cuando el miedo se presentó ante su persona. Por el contario, hizo un pacto con él y jugó a ser sombra.
Se protegió de la luz, de modo que se volvió invisible, y sus ojos quedaron inutilizables, sin embargo, su olfato se desarrollo y pudo percibir olores que nunca antes había sentido: el olor de la vejez, de la vida abandonando sus aposentos.
Bajo la influencia del miedo, la oscuridad y su olfato, fundió metales y fabricó un arma. Pocos segundos después, sus dedos se deslizaban por el filo peligroso de una guadaña.
Buscó, entonces, un nombre para bautizarse mientras durara el juego, pero ya era tarde. La vida y sus atributos le habían abandonado. Desde ese día su nombre sería Muerte.

miércoles, 2 de enero de 2008

Una caja, un castillo

Nuestro objetivo era construir un castillo,
pero teniamos un problema:
contabamos con los cimientos,
y podiamos fabricar el cemento,
pero ésto era inútil,
no poseíamos ladrillos.
Entonces, optamos por el descanso.
Un descanso de silencios.
Durante éste, y sin darnos cuenta,
construimos una caja,
y la fuimos llenando con el correr del tiempo.
Poco despues, contenía sorpresas y desilusiones,
llantos y carcajadas,
bromas e ironías,
dudas y certezas,
esperanzas, broncas y esperas,
y muchas cosas más.
Pero aún no está llena,
queda un espacio inmenso,
que se va colmando a cada segundo que compartimos,
pero que nunca se acabará.
Decidimos que el mejor castillo
sería uno construido con nuestros sentimientos.
Desde entonces, nos convertimos en reyes,
reyes de una amistad maravillosa,
que va creciendo a medida que la caja se llena.
Esa caja que se cerrará al morir,
pero que en algún lugar permanecerá intacta:
Nuestros corazónes